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29 mayo, 2023

Etiopía mantiene demasiadas heridas abiertas seis meses después de la finalización del conflicto

La región de Tigray, en el norte de Etiopía, sufrió una devastadora guerra durante dos años, entre noviembre de 2020 y de 2022. Las luchas de poder acabaron con la vida de miles de personas, obligaron a huir otras tantas y sumieron en la pobreza, el hambre y el abandono a quienes no tuvieron la oportunidad de escapar de la violencia. Casi siete meses después de la finalización del conflicto, la situación para la mayoría de la población continúa siendo dramática. Las escuelas, por fin, abrieron sus puertas el mes pasado, pero millones de personas sufren las consecuencias económicas, físicas y psicológicas de la guerra. Los misioneros salesianos tratan de ayudar a recuperar la normalidad y ofrecer educación a los menores y a los jóvenes de la zona en sus cuatro presencias en Tigray: Makelle, Adigrat, Adwa y Shire.  

Casi siete meses después de la finalización del largo conflicto de dos años en la región de Tigray, en el norte de Etiopía, aún hay miles de personas desplazadas de sus hogares. “Viven en la pobreza, no están seguros de poder regresar algún día y de si encontrarán algo para vivir, la casa que tenían, comida, electricidad, teléfono, instituciones de salud, instituciones educativas…”, aseguran los misioneros salesianos.

La guerra que comenzó en noviembre de 2020, y que acabó con el acuerdo de paz en Sudáfrica en noviembre de 2022, no sólo destruyó vidas, sino también la confianza, la economía y las infraestructuras de la región, incomunicada durante el tiempo que duró el conflicto.

“Muchos perdieron a sus padres o hijos, que eran quienes ganaban el pan para la familia. Hay mujeres y niñas abusadas sexualmente con problemas de salud, traumatizadas, avergonzadas de sí mismas, algunas expulsadas de casa por sus familias. Ahora el desafío es cómo estas mujeres y niñas abusadas se reintegrarán en la sociedad debido a la cultura que impone el silencio”, explican los Salesianos.

Algunos servicios empiezan a mejorar dentro de la emergencia del país. Hay teléfono, internet y electricidad en la mayoría de los lugares. Comienza a haber vuelos y autobuses desde la capital, Addis Abeba, hasta algunas zonas de Tigray, y el gobierno interino anunció el inicio de las clases desde mayo a pesar del mal estado de las instalaciones escolares. “Casi 400 escuelas permanecen cerradas e inutilizables. Algunas por albergar aún a personas desplazadas y otras siguen cerradas por el estado de las infraestructuras”, aseguran los medios de comunicación locales.

Los misioneros salesianos quieren contribuir a la pacificación con la oferta educativa en sus centros

El conflicto ha aumentado el número de mujeres y jóvenes que están heridos, traumatizados y desnutridos, y también los estudiantes y maestros con necesidades especiales. Todo ello complica el regreso a las aulas y también el pago de los salarios, porque el alumnado representa casi el 30% de la población total de la región.

Para hacer frente a la situación actual y contribuir al proceso de pacificación, los Salesianos quieren proporcionar capacitaciones no formales a corto plazo. “En las cuatro casas las actividades regulares se detuvieron primero por la pandemia y luego con la guerra. Las cuatro comunidades trataron de permanecer al lado de la población a través de la ayuda humanitaria, y cuando fue posible dando acceso seguro a los jóvenes para que se quedaran, estudiaran y jugaran en nuestros centros”, recuerdan los misioneros salesianos.

Con el acuerdo de paz comenzaron las clases informales a nivel de Primaria (juegos y alimentación con pan o galletas). Ahora que desde que el gobierno regional se anunció el inicio de clases oficiales, las comunidades salesianas están preparando maestros e instructores. Las clases informales que se encuentran en los centros juveniles continuarán hasta que se reanude la educación adecuada en otros lugares, y los niños también esperan la provisión de materiales escolares, ya que no pueden comprar ninguno de estos.

Los Salesianos se marcan como prioridades poder pagar los salarios y cubrir los gastos de funcionamiento de las obras, ya que toda la economía de la región se ha derrumbado. Quieren trabajar el tratamiento de los traumas de la población a través de la música, el deporte, el teatro… Asimismo, quieren trabajar la educación inclusiva para poner a disposición sus estructuras para acoger diferentes tipos de discapacidades y construir una escuela secundaria en la región.

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