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Ver todas las noticiasLas alegrías y las desgracias conviven en el día a día de la humilde población de Bukavu (RD Congo)
El trabajo de los misioneros salesianos en el Centro Don Bosco de Bukavu es muy apreciado entre la población. La formación profesional que se ofrece en él es sinónimo de calidad por el elevado número de estudiantes que consiguen trabajo tras el periodo de prácticas. Todos agradecen la estabilidad que encuentran y se muestran agradecidos por poder ayudar a sus familias y pensar en el futuro más allá del día siguiente. Sin embargo, las humildes viviendas de la mayoría de la población cada año son presas de incendios descontrolados en barrios desordenados. En esta ocasión, 600 familias lo perdieron todo en la barriada de Zaire.
La última promoción de estudiantes graduados en el Centro Don Bosco de Bukavu, en RD Congo, es la mejor muestra del éxito de la educación profesional salesiana. Dos tercios de los alumnos y alumnas que acabaron hace seis meses sus grados de Montaje y Soldadura, Albañilería, Mecánica de Automóviles y Carpintería están trabajando.
Los resultados son más que alentadores. La mayoría de estos alumnos vivía en la calle, sin formación y sin esperanza de encontrar un trabajo digno. En la actualidad, tras finalizar su aprendizaje de 9 meses en la Escuela Don Bosco y otros tres meses de prácticas, tienen un trabajo que les permite empezar a ganarse la vida y pueden ayudar a sus familias.
En un contexto de gran desempleo juvenil como el que hay en Bukavu, el hecho de que dos tercios de los antiguos alumnos salesianos hayan encontrado trabajo confirma el valor de la elección hecha por el Centro Don Bosco: dar formación profesional a jóvenes en situación de mayor vulnerabilidad.
Los resultados por sectores también confirman que mientras que el 80% de los jóvenes que acude a matricularse en el Centro Don Bosco elige Mecánica del Automóvil y desprecian la Albañilería, son estos últimos los que tienen más posibilidades de encontrar trabajo, seguido de soldadores y carpinteros. Los conductores-mecánicos, por su parte, tienen más dificultades para ser contratados.
El Centro Don Bosco de Bukavu es un referente de empleabilidad técnica para sus alumnos
Noëlla Agonva es una de las jóvenes que continúa en su trabajo seis meses después de su integración en el mundo profesional. Su empleador reconoce su buena preparación y su gran motivación y ella puede ayudar a los miembros de su familia con sus ingresos.
Otro alumno, Mushobozi Gwabaluka, fue contratado por el ingeniero que supervisó sus prácticas de albañilería. El joven está “muy satisfecho con la progresión y las oportunidades y he empezado a ahorrar para tener algún día un terreno en mi aldea”. Reconoce que el Centro Don Bosco le ha salvado el futuro, porque sin la formación no hubiera sabido encontrar trabajo.
Sin embargo, una vez más las desgracias logran arrasar en un momento con las alegrías que durante tanto tiempo se van construyendo en la comunidad de Bukavu. Un nuevo incendio en Camp Zaire, un distrito muy humilde de Bukavu, ha quemado alrededor de 600 casas y ha dejado en la calle y sin nada a las familias que vivían allí. Por desgracia ocurre casi todos los años. Las humildes viviendas, construidas de tablones, están muy juntas, así que si una casa se incendia se quema todo el barrio. La población no tiene terrenos donde ubicarse y reconstruir sus casas, así que el riesgo de incendio es permanente.
En cuestión de minutos las viviendas arden como antorchas: los techos de uralita de doblan y vencen, el mobiliario se quema, el humo hace imposible escapar del fuego y al final sólo quedan en pide las paredes de las viviendas construidas con ladrillo. El círculo vicioso de la pobreza se pone en marcha con las necesidades de esas familias para comer y vivir, y los misioneros salesianos vuelven a ofrecer la ayuda necesaria para que puedan reconstruir sus vidas de nuevo.