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22 febrero, 2022

Educación, dignidad y esperanza salesianas en el campo de refugiados de Kakuma (Kenia)

Alrededor de 225.000 personas refugiadas de 20 nacionalidades viven en el campo de Kakuma, en el noroeste de Kenia. Abrió sus puertas en 1992, por lo que en 30 años son muchos los jóvenes que no conocen otra realidad que la vida en el asentamiento. Los sursudaneses y los somalíes son mayoría, pero los misioneros salesianos que, como ocurre en Palabek (Uganda) somos la única organización que vive dentro del campo, se encargan de ayudar, dignificar y ofrecer acompañamiento espiritual y educación a los menores y jóvenes refugiados y también a la población local.

En un terreno árido y vasto, convertido en una Torre de Babel por todas las nacionalidades que contiene, los misioneros salesianos desarrollan su labor en medio de decenas de miles de refugiados que reconocen a Don Bosco en Kakuma como alguien que los ayuda y está siempre a su lado. Para junio de este año está anunciado el cierre de dos de los asentamientos de refugiados más grandes del mundo, ambos en Kenia: Dadaab y Kakuma. Sin embargo, las dificultades para recolocar en terceros países a más de medio millón de personas hace que los Salesianos continuemos en él trabajando como el primer día.

La mitad de la población de Kakuma son niños y jóvenes. Las historias de sus padres están marcadas por la guerra y la huida de sus países, y las suyas por haber nacido en Kakuma y no haber salido de allí. En estos 30 años los Salesianos hemos realizado una gran contribución a su bienestar y a que vivan con dignidad y esperanza. La población de Kakuma admira y respeta a los misioneros salesianos dentro y fuera del campamento.

Lo que más destacan de Don Bosco en Kakuma es la oferta de habilidades formativas y técnicas para su futuro. Con la ayuda del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), dirigimos el Instituto Técnico Don Bosco, que ofrece cursos de albañilería, electricidad y energía solar, mecánica de motos, hidráulica, sastrería, soldadura, secretariado, informática y alfabetización.

Gracias a los misioneros salesianos, Kakuma ofrece enseñanza técnica a los jóvenes refugiados

Además, para aumentar la eficiencia y el acceso a la formación, gestionamos otros cuatro centros en todo el campamento que ofrecen los mismos servicios. En total, cada año más de 3.000 jóvenes alumnos reciben la oportunidad de aprender para ganarse la vida luego por su cuenta, tanto en el campamento como en sus países de origen y repatriación.

Asimismo, pensando en la población local, la población turkana, un pueblo básicamente nómada dedicado al pastoreo y marginado por la sociedad keniana, se ha creado un instituto técnico fuera del campo para ellos. Ofrece numerosos oficios (carpintería, albañilería, electricidad y energía solar, mecánica de motos, cursos para instaladores y torneros, fontanería, soldadura, informática, programas de alfabetización, contabilidad…), que contribuyen a su autoestima.

Educación, dignidad y esperanza salesianas en el campo de refugiados de Kakuma (Kenia)

Dentro del campo de refugiados también destaca el servicio espiritual. Hay una única parroquia católica, dedicada a la Santa Cruz, que cuenta con 10 estaciones misioneras repartidas por todo el campamento. La parroquia salesiana garantiza así la Eucaristía todos los domingos en el asentamiento.

Por otro lado, como la gran mayoría de los refugiados son niños y jóvenes, en 2014 los Salesianos crearon el Savio Club para facilitar la educación y el desarrollo de los más pequeños, a la vez que se les ofrecía la posibilidad del catecismo. Cada año el Savio Club acompaña a unos mil menores.

Las estructuras salesianas dentro del campo de Kakuma están en continua ampliación, sobre todo las utilizadas para las actividades deportivas de los oratorios y del Centro Juvenil Don Bosco, que tiene dos sedes. Como la misión salesiana se extiende por todo el campo y las necesidades y desafíos de los refugiados continúan siendo muchos, Don Bosco y la divina providencia siguen actuando en favor de los menores y jóvenes más desfavorecidos en Kakuma.

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