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15 marzo, 2022

Siria cumple 11 años del inicio de la guerra y 13 millones de personas necesitan ayuda de emergencia

Las bombas ya no caen sobre las principales ciudades de Siria y existe un alto el fuego no oficial. El conflicto se ha trasladado a algunas zonas del desierto, pero las sanciones económicas, la corrupción, la pandemia, la crisis económica y la devaluación de la moneda sitúan a Siria en una emergencia por pobreza y hambruna en la que 13 millones de personas necesitan ayuda urgente para poder vivir.

En Siria saben muy bien el sufrimiento que tiene ahora la población ucraniana. Han pasado 11 años del inicio de la guerra en el país y, aunque ya no hay bombardeos, ni coches bomba, resulta frecuente escuchar en la calle que “durante la guerra estábamos mejor que ahora, que el hambre y el paro no nos dejan vivir”.

Los Salesianos en Siria siempre estuvieron al lado de la población en las presencias de Alepo, Damasco y Kafroun. Las casas salesianas se convirtieron en “oasis de paz” en las que acogían a todos y trataban de ayudarlos con lo que tenían infundiendo esperanza y transmitiendo una cultura de paz. “En 2019 tratamos de cambiar las ayudas de emergencia por desarrollo porque comenzaba la recuperación y la reconstrucción”, asegura Alejandro León, superior de los Salesianos en Oriente Medio.

Sin embargo, la llegada de la pandemia, la crisis en Líbano y la devaluación de la moneda hicieron fracasar esos planes y regresó la situación de emergencia. La catástrofe humanitaria continúa: “Hay más de cinco millones de refugiados sirios, la mayoría en Jordania, Líbano y Turquía, pero también en Europa, Estados Unidos, Australia y Canadá. El país tiene más de seis millones de desplazados internos y tres millones de personas viven en zonas rurales con escasos recursos”, comenta el salesiano.

“No hay combustible, el dinero no vale nada y sólo tenemos dos horas de electricidad al día”

Cuando se cumplen 11 años del inicio de un conflicto que se pensaba que iba durar pocos días, “nos encontramos una generación de niños que sólo conoce la guerra y que si no estamos atentos se perderá por el aumento del consumo de drogas y la prostitución”, recalca el misionero salesiano.

Todos los sirios lloran a algún muerto en sus familias. También los Salesianos sufrieron la muerte trágica de niños del oratorio, voluntarios y de sus familiares en los bombardeos sobre Alepo y Damasco. “Ahora, el dinero cada día que pasa vale menos y los precios y el paro aumentan. No hay combustible y sólo tenemos una o dos horas de electricidad al día. Un sueldo son 25 euros al mes, pero no perdemos la esperanza en la paz”, explica George Warda, un joven voluntario en Alepo.

Las obras salesianas continúan abiertas para atender sobre todo a los más pequeños. La casa de Kafroun, que llevan los laicos, acoge a 370 niños, adolescentes y jóvenes. Se les ofrece un espacio para que tengan luz y el objetivo es poder poner placas solares para que haya electricidad todo el día.

En Alepo los Salesianos desarrollan un proyecto educativo que atiende a 800 niños y adolescentes. 40 jóvenes universitarios ofrecen clases de refuerzo en distintas materias a los menores, además de repartir comida, liderar actividades de catequesis y del oratorio.

En Damasco son 1.200 menores los beneficiarios del trabajo de los Salesianos y de 280 jóvenes universitarios voluntarios de Don Bosco. En el barrio de Jaramana, a 8 kilómetros de la casa salesiana, se han alquilado unos apartamentos para dar clases a los menores y que no se tengan que desplazar. También allí se quiere construir un gran centro juvenil con energía fotovoltaica, pero la burocracia va muy lenta.

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